Chile es un paraíso para la biodiversidad de polinizadoras. Según el estudio Global Patterns and Drivers of Bee Distribution, existe una mayor riqueza de especies de abejas en lugares con climas templados y secos, por lo que, el norte y centro del país son idóneos para el desarrollo de estos animales.
Y es que, se han registrado 450 especies de abejas chilenas, sin embargo, se proyecta que podría existir hasta el doble, contando las que no han sido descubiertas.
Muchas de estas son especies endémicas, lo que quiere decir que solo tienen presencia en esta parte del mundo. Además, son especializadas en la flora nativa y cumplen un rol importantísimo en la preservación de los ecosistemas. Según la Fundación Abejas de Chile, más del 90 % de las especies de plantas con flores dependen de la función polinizadora que cumplen estos animales.
En el mundo existen siete familias de abejas y en Chile contamos con la presencia de especies pertenecientes a cinco. Específicamente, se encuentran las Megachilidae, las Andrenidae, Halictidae, Apidae y las Colletidae. Siendo las dos últimas las más abundantes.
Cabe señalar que cada una de estas especies, debido a la particular geografía de Chile, están adaptadas para vivir en los ecosistemas y territorios más diversos, desde el clima seco y caluroso del desierto de Atacama, hasta el frío y los fuertes vientos de la Patagonia.
Lamentablemente, gran parte de las abejas nativas y endémicas de Chile se encuentran en grave peligro. Esto, debido a la agricultura intensiva que depende de la aplicación de elementos exógenos, como pesticidas y fertilizantes, para su mantención.
También, se elimina la flora nativa y se destruyen las zonas de nidificación, provocando una pérdida de hábitat. Además, se introducen especies exóticas que polinizan los cultivos, compiten por recursos y contagian enfermedades y parásitos a las abejas chilenas.
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